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El privilegio del Disco Light en Constanza

Las inversiones no fluyen donde impera el irrespeto al derecho ajeno, ni donde las autoridades hacen caso omiso a las quejas de sus ciudadanos. El turismo se espanta si encuentra un ambiente caótico y de ruido.

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El privilegio del Disco Light en Constanza

Me cuenta un amigo que en los pueblos pequeños parece haber surgido una modalidad de inversión que da poder, inmunidad ante la ley, satisfacciones e ingresos. Eso sí, a costa de fastidiar al resto de la población que no participa del jolgorio que organizan. Se trata, según afirma, del Disco Party o Disco Light (en inglés suena más cool).

Este amigo es nativo de Constanza. Me pide no identificarlo por temor a represalias (pienso que las cosas no deberían llegar tan lejos). Le llamaré Joselu, nombre ficticio.

Me remite una nota. “Estimado Eduardo: como escribes en los periódicos, tal vez puedas ayudarnos. Somos un grupo de constanceros (Constanza) que vivimos en las afueras del pueblo, en pleno centro del valle. Gente tranquila dedicada a sus ocupaciones y negocios. Desde hace un tiempo, en el camino que va a Las Sabinas, y cerca de La Secadora, se ha instalado una o más Discos Light. Cada fin de semana, viernes, sábado y domingo, encienden sus equipos desde las 6 p.m. hasta (supuestamente) las 10 p.m., con toda clase de música de estruendo, a niveles de decibeles que se escuchan en todo el valle. Aquí el sonido recorre largas distancias sin interferencias.”

Sigue diciendo: “Los fines de semana se han convertido en un suplicio. La bulla es tal que impide conversar con tranquilidad, recibir a los amigos para intercambiar experiencias o impresiones, descansar de los fuertes días de trabajo de la semana. O, para quien así lo desee, leer un libro, una revista, un periódico, o ver televisión. Es imposible. El ruido no lo permite.”

Y agrega: “A pesar de nuestras quejas y demandas las autoridades no hacen caso. Entienden que es un negocio legítimo, cobran admisión y venden bebidas y alimentos, y que tienen derecho a ejercerlo. Ni las autoridades del municipio ni el coronel jefe de la policía nos hacen caso. Se conforman con decir que las Discos Light tienen permiso hasta las 10 p.m., como si hubiera permisos para violar la ley.”

Soy testigo de que Joselu y quienes apoyan su petición, tienen razón. Lo soy porque poseo una vivienda en la cercanía, visito con alguna frecuencia el municipio y también sufro el escándalo de la Disco Light. Como no soy nativo de Constanza, por respeto a su gente no me atrevía a pronunciarme. Pero ya es un asunto que surge desde el propio seno de la comunidad, gente opuesta al escándalo y a la francachela permanente.

No me explico cómo las autoridades encargadas de imponer el orden y el respeto permiten que el desasosiego impere cada fin de semana en esta comunidad. No se trata solo de esa disco Light. Hasta altas horas de la madrugada se escucha el ruido de otras. Constanza es un pueblo maravilloso, de gente esforzada, amable, respetuosa, solidaria. No merece que su imagen se afecte por complacer intereses de unos cuantos.

Comprendo que la gente también necesita de diversiones, pero siempre sin afectar el derecho del resto de la población. Quien desee poner música a alto volumen debería poder hacerlo, siempre que sea con audífono, para sí mismo, o en un recinto herméticamente cerrado, para lo cual hay que invertir, que no agreda el derecho del resto de la población a estar en paz o de escuchar lo que desee, no lo que otro le imponga.

Sigo creyendo que el futuro de Constanza descansa en el turismo y en sus espléndidos recursos naturales. Para que fructifique en bienestar hay que hacer cumplir las reglas, mantener el orden, cuidar el ambiente, la limpieza, preservar las aguas, los bosques, limitar las urbanizaciones en suelo agrícola, dejar de permitir que se construya al pie de las calles, entre muchas cosas más.

Y estimular a los emprendedores para que inviertan y creen empleo.

Hace falta atracciones para los pobladores y los visitantes, espectáculos culturales que llenen el espíritu y brinden opciones de diversión a nativos y visitantes. Y que la comunidad crezca en valores, en formación, en educación, en cultura.

Las inversiones no fluyen donde impera el irrespeto al derecho ajeno, ni donde las autoridades hacen caso omiso a las quejas de sus ciudadanos. El turismo se espanta si encuentra un ambiente caótico y de ruido.

Tengo fe en que las autoridades del municipio harán todos los esfuerzos para corregir este y cualquier otro problema y emprender un plan de desarrollo que la conviertan en motivo de envidia para todo el país. Para eso cuentan con su gente, muy especial, emprendedora, laboriosa. Y con el apoyo de quienes los admiran y visitan, que son muchos.

Me siento afortunado de pasar tiempo en esta comunidad. Por eso soy doliente de su destino.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista. 

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