Una visita a Punta Cana y un libro
Todo empieza con el abordaje de la aparente contradicción entre los conceptos de desarrollo y medio ambiente. Y por el reconocimiento de que las empresas, en especial las turísticas, descubren la sostenibilidad por necesidad, por su propio interés.
El Patronato del AGN aceptó con beneplácito la invitación que le hizo uno de sus miembros directivos, Frank Rainieri, de pasar un día en Punta Cana recorriendo las instalaciones del complejo empresarial.
Fuimos recibidos en BlueMall, impresionante centro comercial. De ahí nos encaminamos a visitar los proyectos sociales del grupo: el Centro de la Diversidad Infantil (CEDI), Centro de Atención Pediátrica Oscar de la Renta, Centro de Lucha contra la Ceguera Dr. Zato, Centro Educativo Caracolí.
Luego fuimos a Punta Cana Village. Recorrimos la hermosa avenida Amapolas. Y pasamos por el lado del colegio Punta Cana International School (PCIS) y de la iglesia Nuestra Señora de Punta Cana.
De ahí nos dirigimos al aeropuerto internacional y quedamos impresionados por su amplitud e instalaciones. Es, con mucho, la principal fuente de recursos del grupo PuntaCana, pues en 2022 recibió 4,194,685 de pasajeros de un total de 7,942,710 que arribaron al país, para una participación del 52.8%. Eso da una idea de su relevancia.
Luego nos trasladamos al Centro de Sustentabilidad. Y conocimos a Jake Kheel, su director, quien nos ofreció una charla y obsequió el libro de su autoría titulado Despertando al Gigante.
Más tarde, disfrutamos de un exquisito almuerzo ofrecido en la hermosa residencia de los esposos Rainieri, en un ambiente de amistad, calidez y confraternidad.
Todos regresamos entusiasmados por lo que vimos, y por su potencial, todavía mayor.
Cuando escuchaba a Jake Kheel explicar con sencillez y naturalidad la naturaleza de su trabajo, no imaginaba que tuviera la profundidad y visión que demuestra tener al escribir el libro. Al leerlo uno advierte que lo que ha venido haciendo el grupo PuntaCana refleja coherencia.
Todo empieza con el abordaje de la aparente contradicción entre los conceptos de desarrollo y medio ambiente. Y por el reconocimiento de que las empresas, en especial las turísticas, descubren la sostenibilidad por necesidad, por su propio interés.
Dice Jake que “La habilidad de adaptarse rápidamente a cambios crea todo tipo de ventajas competitivas”. Y añade: “El cambio real solo ocurrirá cuando las compañías integren la sostenibilidad dentro de un modelo empresarial. Transformar la toma de decisiones corporativas y la cultura desde adentro, pueden convertirse en importantes triunfos para la sostenibilidad”.
La idea y la materialización del aeropuerto internacional para la región surgió en base al convencimiento de que “la necesidad agudiza el ingenio”. De igual forma también brotó la intuición de que “la gente que vive en las ciudades no viene al Caribe a montarse en un elevador. La construcción de torres es para las ciudades, no para las playas”. Y asomó la convicción de que “la protección del medioambiente debe ser beneficiosa tanto para el planeta como para el negocio”.
En otras palabras, “La sostenibilidad abarca el éxito ambiental, social y económico”. Puede ser un elemento de reforzamiento de la imagen de la empresa y de mejoraría de su rentabilidad. Y la industria turística es, sobre todo, imagen.
La aplicación de esos conceptos ha llevado al grupo Punta Cana al diseño de los campos de golf con grama natural resistente a la sequía y poco uso de agua, reciclada. A la depuración de las aguas residuales para evitar la contaminación de los acuíferos. Al diseño de una planta de reciclaje de la basura. A la utilización de lombrices para convertir los desechos orgánicos en abono natural para utilizarlo en los campos de golf y en otros destinos. Al desarrollo de la producción de peces y vegetales por acuaponía. A la instalación de cientos de cajas para el desarrollo de la apicultura. A la protección de especies amenazadas como el gavilán.
No sabía que el pez Loro fuera tan relevante para las barreras de coral. Produce dos sacos de arena blanca al año. Y estaba en extinción por la sobrepesca, acumulación de algas y actitud depredadora del pez León.
Ante esas amenazas que ponían en peligro la sobrevivencia de la zona como destino turístico, la reacción del grupo consistió en integrar a los pescadores al proceso de protección del pez Loro, intensificar la captura de su depredador, el pez León, estimular el consumo de ese pescado en los restaurantes de la zona, y proteger los arrecifes mediante la jardinería y siembra de corales.
El resultado es que las barreras de corales están en plena recuperación. El pez Loro ha regresado. Y la comunidad de pobladores tiene nuevas fuentes de vida compatibles con el desarrollo turístico y la sostenibilidad.
Hay que reconocerlo y pregonarlo: es un esfuerzo ingente, loable, de alto mérito. Los retos siempre estarán presentes en espera de que sean acometidos con la visión de ir enfrentándolos con creatividad, espoleados por la necesidad de hacerlo.