Hacer oposición no es oponerse a todo
Los políticos deben medir sus reacciones
Todos los gobiernos tienen sus cosas buenas y sus cosas malas, y una parte fundamental de la democracia es que exista un contrapeso para evitar que exista un descontrol... eso es bueno.
Pero hacer oposición no puede implicar entender que absolutamente todo lo que haga quien está en el gobierno está mal, aun sin una base para detractarlo porque, al final de cuentas, lo único que sucede es que se cae en descrédito.
Los acuerdos con Guyana en materia de petróleo, turismo, agricultura y demás, por ejemplo, apuntan a beneficiar considerablemente a la República Dominicana, no al partido de gobierno, entonces, ¿por qué objetarlo?
El cambio de slogan de la Policía Nacional, ni bien de mal, solo algo diferente, ¿para qué buscarle la quinta pata la gato?
¿Presionar a la comunidad internacional para conseguir que otras naciones ayuden a la crisis en Haití? ¿También eso se puede cuestionar?
La oposición es necesaria y vital para que un país pueda avanzar democráticamente y sin autoritarismo.
Pero debe ser una oposición de ideas, inteligente, no medalaganarias o solo por llevar la contraria, así no tiene sentido.