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Menos victimismo político

La derrota del PLD y la explosiva declaración de Mariotti

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Menos victimismo político
Las declaraciones de Charlie Mariotti y un PLD en crisis.

Pretender que los políticos mantengan la cabeza fría todo el tiempo, o la mayor parte del tiempo, es pedir lo imposible. Y no solo porque son humanos y sufren como todo el mundo cambios de humor, sino porque no son inmunes al propio virus que propagan: el de convertir experiencias sociales en emociones mediante la deliberada creación de narrativas maniqueas. 

Al parecer, Charlie Mariotti, secretario general del PLD, sufrió el pasado martes un súbito contagio que lo hizo afirmar, sin que se le moviera un pelo, que   «aquí hubo un 50 y tanto que votó y prefirió la narcopolítica y a muchos cuestionados y que están en expedientes». Al hablar así dejó que lo dominara su malestar por la derrota del domingo 19, actuó emocionalmente y tampoco  pudo reprimir el lado oscuro de su socialización política.

El repertorio peledeísta de descalificaciones del voto adverso tiene historia. Recordemos dos botones: Franklyn Almeida (†), dividió a los dominicanos en “peledeístas y corruptos”,  y Lidio Cadet afirmó categórico que «el mal comío no piensa» cuando, si no me falla la memoria, Hipólito Mejía ganó las elecciones en el 2000. Dos formas de expresar una misma autopercepción de superioridad moral que hoy resuenan en las declaraciones de un Mariotti olvidado de su papel.

La emocional reacción del secretario general desnuda su reticencia a preguntarse el porqué de la derrota que convirtió  al PLD en peso pluma tras largos años de exhibir músculo. Desde luego, es más fácil acusar de filonarco al 58 % que votó por la reelección (porcentaje de sufragios, que no del padrón, como interpreta Mariotti) que reconocer el poco atractivo de la candidatura de Abel Martínez, el lastre de los expedientes por corrupción a varios exfuncionarios y la casi absoluta desarticulación de las estructuras que despojó al partido de imaginación y de vitalidad opositora. 

Exculparse de los propios errores degradando la decisión electoral mayoritaria no luce la mejor estrategia para recuperar el favor popular. Sin llegar a la flagelación penitencial ni a ignorar aspectos del contexto que en que se produjo el descalabro, parece más sensato abocarse al repaso decoroso de las faltas políticas cometidas y, si alcanza la voluntad, a buscar y encontrar las enmiendas. 

El anunciado congreso elector del  próximo 30 de junio podría ofrecer esa oportunidad al peledeísmo, aunque solo a condición de que los convocados no se limiten a aceptar retiros voluntarios. Algunos deberán ser forzados a marcharse. Tampoco bastará despejar el camino del ascenso a los herederos naturales sin antes definir de manera coherente qué proyecto político se asume de aquí en adelante. 

Cada vez más escorado al conservadurismo social de derecha, el peledeísmo tiene poco qué proponer a ese  47 % abstencionista que reivindica Mariotti como terreno propicio para hacer reverdecer las glorias pasadas.

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Aspirante a opinadora, con más miedo que vergüenza.

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