Otra visión
Análisis de Yuval Noah Harari sobre conflicto palestino-israelí
Yuval Noah Harari es un filósofo israelí de reconocimiento mundial. Estos son unos párrafos muy significativos de un artículo reciente suyo sobre el conflicto palestino-israelí, a propósito de Gaza. La suya es una propuesta que parte de un análisis profundo sobre las raíces del odio entre los descendientes de las tribus de Abraham. El escritor y pensador reconoce que ambos lados desean eliminarse mutuamente. Pasa revista a lo que ocurrió con los palestinos cuando se creó el Estado de Israel, punto de partida para los millones de refugiados que hoy se agrupan en Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y otros países árabes.
No deja de lado, sin embargo, lo que ha ocurrido a las otrora florecientes colonias judías en el lado musulmán del mundo, entiéndase Irak, Argelia, Irán,Egipto y Marruecos. En este último país aún quedan vestigios de una población judía que ha vivido en paz con sus con congéneres árabes durante siglos. El artículo de Harari es extenso, pero bastan unos pocos párrafos para apreciar la singularidad y profundidad de su visión.
“La tragedia de este conflicto reside en el hecho de que el problema no surge de una paranoia injustificada, sino de un análisis acertado de la situación y de que cada parte conoce a la perfección sus intenciones y fantasías. Cuando Israel y palestinos contemplan con detenimiento sus oscuros deseos, llegan a la conclusión de que el otro tiene sobradas razones para temer y odiarlos. Se trata de una lógica diabólica. Cada bando se dice asimismo: “ teniendo en cuenta, lo que queremos hacerles es lógico que ellos quieran deshacerse de nosotros, y justo por eso no tenemos más remedio que deshacernos nosotros de ellos primero “.
“¿Hay salida de esta trampa? Lo ideal sería que cada bando renunciara a la fantasía de deshacerse del otro. Una solución pacífica del conflicto es técnicamente factible. Hay suficiente tierra entre el Jordán y el Mediterráneo para construir casas, escuelas, carreteras y hospitales para todos. Pero solo se puede realizar si cada lado puede decir honestamente que, incluso si tuviera poder ilimitado y cero restricciones, no desearía expulsar al otro. No importa qué injusticias nos hayan cometido y qué amenazas aun representen, sin embargo, respetamos su derecho a vivir vidas dignas en su país de nacimiento. Un cambio tan profundo en las intenciones, inevitablemente se manifestará en acción, y eventualmente aliviará el miedo y el odio, creando espacio para una paz genuina.
“Tenemos poco control sobre las intenciones de los demás, pero deberíamos poder cambiar nuestras propias mentes. Por supuesto, lograr tal cambio es extremadamente difícil. Pero no es imposible. Ya hay numerosos individuos en ambos lados que desean el bien para el otro. Si su número aumenta, eventualmente deberían cambiar las políticas colectivas. También hay un grupo importante en la región que se siente colectivamente parte de ambos lados, y no desea que ninguno desaparezca: los cerca de 2 millones de ciudadanos árabes de Israel, que generalmente se denominan árabes israelies o palestinos israelíes”.