Aporte Libanés: Los Abinader
Inmigrantes libaneses que dejaron huella en República Dominicana
El libanés Domingo Zacarías Abinader llegó en vapor de bandera francesa a Puerto Plata en 1897, cuando el país entraba a un ciclo convulsivo, primero financiero con la impresión de las famosas papeletas devaluadas de Lilís y luego también político al producirse el magnicidio de Heureaux en 1899 a manos de un grupo de jóvenes mocanos, poniendo fin a su régimen modernizante de mano dura retocado de giros elegantes. Venía de Monte Líbano, de oficio agricultor, estatura 5.4 pies, 130 libras, de ojos marrones y pelo canoso, blanco caucásico.
En 1944, año del Centenario, Domingo Zacarías tenía 58 años y estaba casado desde 1915 con la dama dominicana María Collado, con quien procreó 9 hijos, residente en la calle Beller 68, en Santiago. En otros registros oficiales se le refiere como agricultor radicado en Gurabo. En 1946, alegando contar 60 años y tener menos de $50 de ingresos mensuales, solicitaba a Interior y Policía la exoneración del pago del derecho de renovación. Agregaba su estadía de más de 10 años aquí, casado con criolla y con 9 hijos dominicanos. “Mis hijos me mantienen con $35 mensuales”.
En 1901 arribó por vapor a Santo Domingo la dama libanesa Josefa Kaze Viuda Abinader, oriunda de Monte Líbano, trigueña, de oficio quehaceres domésticos, de ojos y pelo negros, quien en 1941 tenía 46 años, establecida en la calle Mella de Santiago.
A su vez, José Sesin Abinader habría ingresado en 5/10/1909 por Puerto Plata en el vapor francés Quebec, procedente de Monte Líbano, conforme su declaración del 3/4/1945 ante el Negociado de Inmigración de la Secretaría de Estado de Interior y Policía, ofrecida al solicitar un duplicado del permiso de residencia oficial. Debido a que el mismo le fuera robado “estando en el Hipódromo de Santiago…junto a otros documentos –de lo cual ha dado parte a la Policía Nacional”. Dicha autorización como inmigrante residente estaba marcada con el número 288-74.
Se trataba de un oficinista libanés de 58 años de raza caucásica, blanco, de 120 libras y 5´5” de estatura, de ojos castaños y pelo blanco, casado y residente en la Avenida Generalísimo 9, en Santiago de los Caballeros. Por otras fuentes sabemos que su profesión era contable y que laboró como contador del acaudalado comerciante libanés Yapur Dumit. Un año antes, en 1944, la Policía Nacional había rendido informe favorable sobre su persona. Dos años más tarde, al renovar residencia, figuraba radicado en la calle Imbert 52 de la Ciudad Corazón.
Había nacido en Baskinta, un pueblo situado a 43 kilómetros al noreste de Beirut, cuya altura oscila entre 1250/1800 metros sobre el nivel del mar, caracterizado por sus casas pintorescas construidas en ladrillo techadas con tejas rojas. Hijo de José Sesin Abinader y Juana Abinader, casó el 5/5/1917 con Esther Wassaf Sadhala, en la parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, de Santiago, quien había nacido en Montecristi de padres libaneses oriundos por igual de Baskinta. En la primera década del siglo XX habrían arribado al país tres Wassaf: Julián, Yunis y Jorge.
En la secuencia de estos inmigrantes Abinader establecidos en Santiago de los Caballeros, nos hallamos con Habib Kalir Abinader (firma Habib K. Abinader), ingresante por Puerto Plata en noviembre de 1928 con pasaporte caducado (también figura “que se le perdió” y fechado el ingreso 1929 en otras fichas), procedente de Monte Líbano. Blanco de ojos negros y pelo castaño, 1.6 metros y 130 libras, en 1954 tenía 57 años de edad y era empleado de comercio residente en la Presidente Trujillo 122 de Santiago. Antes, en la década del 40, figuraba en los registros oficiales en la Cuba esquina 16 de Agosto, laborando en la tienda La Condesa de la Presidente Trujillo 60.
El otro inmigrante era José Kalir Abinader, quien llegó también por la Novia del Atlántico en 1929 como pasajero, de Monte Líbano, identificado como empleado de comercio. En 1941 era descrito de 49 años, blanco de ojos pardos y pelo negro canoso, de 1.5 metros y 120 libras, soltero, residiendo en el Hotel Sevilla de Santiago. Ya al siguiente año, 1942, vivía en la Cuba con 16 de Agosto, lo cual sugiere que era hermano de Habib Kalir Abinader, firmando José Kalil Abinader.
En 1943, con 51 años, José Kalir Abinader, al renovar su residencia, indicaba en la casilla de profesión la condición de “ex comerciante”, señalando como otra profesión la de comerciante, consignándose en el reservado dedicado a especificar el lugar de trabajo: “no trabaja”. En 1944 aparece laborando como conserje, señal de que enganchó. Mientras que en una de las fichas de renovación se afirma su ingreso por Montecristi en 1913, en vez de Puerto Plata en 1929, contrastando las demás referencias.
Recapitulando en esta aproximación parcial a la presencia de los Abinader en el país, procede consignar que de la unión del contable libanés José Sesin Abinader y Esther Wassaf Sadhala descendería José Rafael Abinader Wassaf, penúltimo de 8 hermanos, quien vendría al mundo en Tamboril en 1929. Educado en Santiago en su formación básica con entrenamiento en ciencias comerciales, el relato autobiográfico lo ubica en los 50 laborando para una empresa de combustibles (Regent) en La Vega y estudiando la carrera de Derecho en la capital. Situación que cambiaría para el joven universitario, al ingresar como auxiliar de contabilidad a la Dirección de Presupuesto.
Al graduarse en la carrera de Derecho de la Universidad de Santo Domingo, Abinader Wassaf recibiría una beca para realizar estudios de postgrado en la prestigiosa Escuela Superior de Administración Pública de la Fundación Getulio Vargas en Río de Janeiro, tras lo cual ingresaría a la Secretaría de Estado de Finanzas, en la que ocuparía las funciones de Encargado de Estadísticas y Oficial Mayor.
Especializado en asuntos económicos y financieros, sería uno de los catedráticos pioneros en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Santo Domingo, de la cual, ya devenida en Autónoma, ocuparía la Vicerrectoría Administrativa como parte del Movimiento Renovador que se hizo cargo de la institución tras la Guerra de Abril del 65.
Fundador en 1966 de la Universidad Organización & Método (O&M), de la cual sería rector, con su sede central en Santo Domingo en el espacio que ocupara la Feria de la Paz (hoy Centro de los Héroes) y con 7 extensiones (Santiago, La Romana, Puerto Plata, Moca, San José de Ocoa, SD Este y SD Oeste). Cuya matrícula excede actualmente los 50 mil estudiantes con más de 60 mil profesionales egresados en carreras funcionales al desarrollo. A lo que se suma el vanguardista proyecto desarrollado en acuerdo con Harvard Medical School.
Servidor público competente de pulcritud probada, José Rafael Abinader se desempeñó como Director de Impuesto sobre la Renta durante el Consejo de Estado encabezado por Rafael Bonnelly, Subsecretario de Finanzas del gobierno de Bosch, Contralor General de la República con don Antonio Guzmán y Secretario de Estado de Finanzas de Jorge Blanco –función que también ocupó en el gabinete en armas del coronel Caamaño.
Político progresista sin estridencias, de proceder moderado, estuvo vinculado a la Alianza Social Demócrata (ASD) que fundara en 1962 el dirigente antitrujillista Juan Isidro Jimenes Grullón (uno de los gestores del PRD en el exilio en Cuba), cuya conducción asumiera en 1978 renombrándola luego Alianza Social Dominicana, postulándose en tres ocasiones a la presidencia. Esta entidad política sería pivote en la constitución del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en 2014. Asimismo, José Rafael fungió como vicepresidente del PRD y senador por Santiago bajo esa marca política entre 1998-2002.
Autor de varias obras, entre las cuales resaltan los ensayos Verdades Históricas (2011), One World Currency. The Globe (2014), Ideas Económicas y Sociales (1985), El Desarrollo Económico y Social de la República Dominicana (1985). También de útiles opúsculos como Comentarios acerca del Ahorro, Bosquejo de un Estudio Económico, La Corrupción Administrativa en América Latina (el Caso de la República Dominicana), La Sociedad bajo Escrutinio. Así como de libros de inspirada poesía: Poemas antiguos (1999) y Poemas soñados (2016).
José Rafael Abinader, un caballero elegante y bien plantado, se caracterizó por su trato afable y afectuoso, casi paternal, que le granjeó el respeto de quienes socializaron con él y calaron su templanza. Una tertulia semanal fraguada en su residencia, de semblante pluralista, articulaba a intelectuales, profesionales y personalidades animados por ideas constructivas de bien patrio.
Como empresario de visión, José Rafael, junto a sus hijos Luis y José Rafael –procreados con la dama santiaguera Rosa Sula Corona Caba- estructuró Abicor como una herramienta para incursionar en el desarrollo de proyectos en los pujantes mercados inmobiliario, turístico y de la construcción. Colocando su impronta en el fomento y operación de Sol de Plata Hotel and Resort en la Costa Norte y LTI-Sol de Plata Bávaro-Punta Cana, en asociación este último proyecto hotelero con la tour operadora alemana LTI International, que más luego se ligaría a la cadena SuperClubs Breezes de Jamaica.
En adición a estas iniciativas empresariales, el grupo Abinader Corona ha desplegado sus energías en la producción industrial de materiales de construcción con la operación de Cementos Santo Domingo, emplazada en el Sur, en Hatillo, entre Baní y Azua.
Una grata amistad me ligó a José Rafael, con quien compartí identidad socialdemócrata al concurrir en mi haber de los volcánicos 60 la dirección de la Juventud Social Demócrata del partido ASD. Cuya conducción asumió acercándose a figuras protagónicas para su relanzamiento orgánico.
Igual nos unió Hostos al acudir al Museo del Hombre Dominicano al lanzamiento de la obra de Maldonado Denis América: la Lucha por la Libertad y brindar luego atenciones a ese consagrado intelectual en la rectoría de la O&M. Asimismo, asesorías profesionales honoríficas en sus esfuerzos por alcanzar la presidencia. Objetivo logrado por la tercera generación libanesa encarnada en su hijo Luis.
José Rafael Abinader, un caballero elegante y bien plantado, se caracterizó por su trato afable y afectuoso, casi paternal, que le granjeó el respeto de quienes socializaron con él y calaron su templanza. Una tertulia semanal fraguada en su residencia, de semblante pluralista, articulaba a intelectuales, profesionales y personalidades animados por ideas constructivas de bien patrio.