Arva Moore Parks McCabe: lo que va de ayer a hoy en fotografías
Fotografías históricas y memorables de Miami
En este artículo, le confieso al lector que hablaré de un libro que ya he perdido, pero del que tengo recuerdos muy vívidos. Me refiero al libro de fotografías de Arva Moore Parks y Carolyn Klepser, Miami: Then and Now. No solo hablaré en esta página de ese libro sino de otras fotos memorables, que todos conocemos y sino todos, muchos: ¿cómo olvidar la foto que le fue tomada al grupo de norteamericanos que desembarcaron en la isla de Santo Domingo en 1916? Nos hubiera gustado tener fotos de lo que hicieron en la ciudad. En la revista Life tenemos fotos de momentos estelares de la historia del siglo XX.
Como saben los investigadores, en algún archivo fotográfico que han manoseado nuestros historiadores pueden aparecer las fotos de la transición hacia la democracia. Para decirlo claramente, en los periódicos viejos tenemos esos archivos fotográficos. Pero me gusta mucho lo de Arva porque se trata de comparar dos épocas, lo que no siempre se logra hacer en los trabajos fotográficos, quiero decir no es el mismo concepto: el antes y el ahora. En el caso de la ciudad de Miami, los cambios no son tantos. Puedes ver pinturas en algunos edificios que han cambiado pero otros las conservan.
Entre las otras que han sido publicadas, es interesante la foto de ese marine: el historiador se encuentra que este vestía de un capote, y ya se han escrito algunas crónicas que nos parecen hablarnos de este traje diseñado para aguantar el agua, los aguaceros y las tormentas. Desde el ojo de los historiadores, narran algunos que la entrada del capote –y esos norteamericanos tenían capotes–, fue un signo de modernidad, aunque no decimos con esto que fueron los invasores los primeros en traerlos. Creo que en un libro de Jovino Espínola se habla del Capote como prueba del desarrollo, a la vez que se habla de otros artilugios que determinaron “la modernidad”: el teléfono, el telégrafo, el teletipo, y luego más adelante el automóvil. Esos avances del mundo material estuvieron en los ojos de nuestros abuelos.
Hace dos semanas, en Santo Domingo vivíamos la presencia posible de una tormenta –se trataba de Bret, que no llego a convertirse en lo que se esperaba–, y de manera inmediata quien escribe se metió en el NHC donde tienen fotos de radar bastante modernas. En esas fotos, como las que guardan algunos archivos fotográficos, se puede ver el mapa meteorológico. Lo que vieron Arva y Carolyn se trata de fotos normales, no de una tormenta. Descubrieron en los archivos el Jackson Memorial Hospital, la Casa de Al Capone y por qué no decirlo, Merrick House, una de las casas más bellas que ha visto quien esto escribe. La foto del Hotel Biltmore es clásica para los lectores.
Me sorprendió que este libro fuera tan hermoso: y a seguidas me di cuenta que las fotos de Fontaneiblue son necesarias: no todos los que visitan Miami se dan una vuelta por estos lugares. Me pasa con Sosúa en la isla de Santo Domingo, Cabarete y seguimos hasta Cabrera hasta meternos a Samaná. ¿Quien es el que se ha puesto a fotografiar toda la costa para entregarnos un trabajo del cambio de atmosferas en cada sitio? No creo que hasta ahora tengamos ese trabajo: el panorama de Samaná, para solo decir un lugar ultravisitado, ha cambiado muchísimo en los últimos 10 años. En una reciente visita a ese lugar, encontramos una tienda de tabaco. En esa misma mañana, pudimos visitar a los pescadores de la zona.
Como le he venido diciendo a alguien, me parece que esas fotos de lo moderno que está Samaná hoy podrían contrastar con fotos antiguas, aunque he ahí el detalle: los viajeros que las tomaron hace 20 años, ya se fueron y los dominicanos que tienen algún inventario, lo tienen (es solo una hipótesis de trabajo), en algún disco duro que se ha perdido o que esta taladrado por las polillas. Me gustaría ver fotos en satinado del parquecito de Samaná y de la pizzería de la esquina por un asunto personal, pero también –cómo no?– de las diversas playas que han crecido ante los ojos de los viajeros.
Años después, los viajeros dominicanos se han dado cuenta de un asunto que han vivido otros: la belleza de nuestra isla es tal que hace a uno querer quedarse en algún sitio, lo que atiza el deseo de los viajeros para invertir en propiedades que si vamos a hacer un cálculo, tienen un valor financiero importante en dólares. Día a día, vemos los anuncios de bienes inmobiliarios no solo en Samaná sino en todas partes de la isla (cuando digo todos los días exagero un chin). Hay un proceso ebulliciente en esos lugares que puede ser visto por cualquier viajero.
Moore Parks ya no está con nosotros para explicarnos todo el periplo de su obra, aunque si tenemos en Dominicana a reputados fotógrafos que han dado un buen resultado en trabajos sobre Santo Domingo colonial, así como de otras locaciones. Luego de tomar esas fotos, los fotógrafos por lo general tienen historias que contarnos. En el libro de Arva Moore Parks McCabe, se nota el esmero por darnos una ciudad amigable.
En ese mismo año (1916), el marine que fue fotografiado (los marines que fueron fotografiados), no sabemos a dónde fueron a parar luego de la invasión: los cuarteles dominicanos se desalojaron anos después. Las memorias de esos americanos están escritas, como sabemos, pero uno encuentra que no tienen todos los testimonios gráficos que querríamos. Más que esto, podemos decir comparativamente que no tenemos un trabajo fotográfico de la magnitud que se ha hecho en los últimos años, pero para Haití. No hablo aquí de fotos con drones o fotos tomadas desde aviones.
Como ocurre en algunas pequeñas islas del Caribe, la vecina nación guarda muchos secretos, aunque algunos no quieren hablar del tema. Para ir a Haití, no es sino necesario tener un permiso pero lo cierto es que lo que hay del otro lado, es digno de tener en fotografías. Películas se han hecho que cronometran todo lo que ocurre allí en ceremonias del vudú, para solo citar un ejemplo: cuando fui al mercado binacional en Dajabón no pude tomar todas las fotos que hubiera sido deseable. El antropólogo y el folkorista estarían impresionados con las fotos que podrían tomar en una tarde. Un buen ejercicio para el observador es encontrar en el YouTube algunas manifestaciones culturales de este tipo.
Moore Parks McCabe tiene otros libros importantísimos que pueden servir de modelo: tenemos lugares que no siempre son vistos por nuestros fotógrafos como algo fotografiable. Tal es el caso de nuestros barrios, lo que pudiéramos considerar en una metáfora que son como las favelas brasileñas. Andando por esos barrios, el autor ha podido ver escenas que un libro bien podría aguantar fotográficamente.
La casa de Al Capone y la Pagode son solo dos de los sitios que Arva Moore incluye en su libro sobre la Magic City: no tenemos fotos de los mercados de Santiago o de San José de las Matas. No tenemos fotos sobre lo que queda de antiguos ingenios nacionales. No tenemos las fotos de algunas plantaciones que son importantes para nuestro sector productivo.
Esas fotografías son necesarias para construir un acervo fotográfico que sirva de testimonio. Se puede hacer un libro tomando más de 100 fotografías del Zoológico, y se podría hacer igual libro con 100 fotografías del Botánico que mucho espacio tiene. Recién vi un live de un muchacho en New York cuyo trabajo se concentraba en mantener al viewer entusiasmado con todos los sitios por los que atravesaba de la Gran Manzana. Los usuarios de Tik Tok que no han ido a New York tenían la fílmica inmediata que los haría ir luego, o no. Es una buena manera de mercadear los lugares turísticos.
Cada semana, me llegan al buzón de correo electrónico unos mensajes sobre lo que ocurre en Tokio: los comentarios de un grupo de viajeros que pasaron por ese país y se quedaron por la ciudad y sus virtudes. Otros se fueron a Shanghái y otros se fueron a otras partes. En esos lugares, a los que hay que ir para ver con los propios ojos, hay un exotismo que hace la experiencia del viaje algo cada vez mas intenso. El comentario de algunos: tal o cual ciudad es bueno visitarla en verano.
Para Moore Parks Miami era su vida, podemos atrever sin tomar en cuenta que alguien familiar suyo puede decirnos que no es del todo cierto: podría vivir más intensamente otros sitios, pero es de verdad el cariño y respeto que tenía por estos sitios, inmortalizados en su libro y en la realidad, a ley de unos pasajes y unas caminatas.