Los beduinos de Israel, "chivos expiatorios" de la guerra en Gaza
Sus familiares fueron secuestrados durante el ataque de Hamás el 7 de octubre en territorio israelí
Los beduinos árabes de Israel se han visto duramente afectados por la guerra, como Ali Al Zayadna que, cansado de esperar que Hamás libere a su hermano y a su sobrino, fue a Jerusalén para dirigirse directamente al Todopoderoso.
"Oh Dios, pon fin al cautiverio de Yusef y Hamza", imploró este hombre de 59 años arrodillado en la Mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén Este, el tercer lugar más sagrado del islam.
Sus familiares fueron secuestrados durante el ataque de Hamás el 7 de octubre en territorio israelí, que desencadenó la guerra en Gaza contra el movimiento islamista palestino.
Los beduinos, descendientes de pastores árabes musulmanes que antes vagaban libremente por el desierto del Néguev, en el sur de Israel, se han visto fuertemente golpeados por el conflicto.
Al menos 17 de ellos perecieron el 7 de octubre a manos de comandos de Hamás o por sus disparos de cohetes y varios han muerto en las filas del ejército israelí desde el comienzo del conflicto.
Otros siete fueron tomados como rehenes. Dos de ellos, sus sobrinos Bilal y Aisha, hijos de su hermano Yusef, fueron liberados tras una tregua de una semana en noviembre.
El ataque de Hamás mató al menos a 1,160 personas, principalmente civiles, según un recuento de la AFP basado en datos israelíes.
La ofensiva lanzada en represalia por Israel ha matado a alrededor de 32.500 personas en Gaza, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud de Hamás.
"Sin servicios básicos"
El gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu ha hablado públicamente de los sacrificios de los beduinos y, en reuniones con personalidades de esta comunidad, se ha comprometido a mejorar los servicios públicos a su disposición.
"Ahora nos dan abrazos pero tan pronto termine la guerra, todo volverá a ser como antes", predice Kaid Abulatif, un director de cine de la ciudad de Rahat, en el sur de Israel, predominantemente beduina.
"El beduino es un chivo expiatorio", asegura.
Antes de la creación del Estado de Israel, el desierto del Néguev albergaba a unos 92,000 beduinos, pero solo 11,000 permanecieron dentro de las fronteras de Israel después de la guerra árabe-israelí de 1948, según Adalah, una organización que defiende los derechos de las minorías árabes en Israel.
Muchos de ellos se negaron a ser reasentados en las ciudades y desde entonces continúan teniendo dificultades dentro de la sociedad israelí.
Actualmente, hay unos 300,000, la mitad viven en ciudades y la otra mitad en pueblos no reconocidos por Israel, según Adalah.
Estos pueblos no cuentan con servicios básicos como la recogida de basura y no están protegidos por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro, por lo que son más vulnerables al lanzamiento de cohetes y morteros desde la Franja de Gaza, gobernada por Hamás.
"Cambiar la realidad"
"No se benefician de ninguna inversión y están aislados", dice Chris Doyle, director del Council for Arab-British Understanding, una oenegé que ha estado investigando a los beduinos de Israel desde la década de 1990.
La resistencia beduina a la integración está en línea con "su forma de vida", agrega Doyle, y por ello tienen mala imagen en los medios israelíes.
Kaid Abulatif conoce bien el sufrimiento que conlleva la guerra que empezó hace seis meses.
En enero, su hermano menor, Ahmad, de 26 años, reservista del ejército israelí, murió en Gaza en una emboscada en la que fallecieron otros 20 soldados.
Un mes después presentó en un festival de cine en Rahat un cortometraje documental que rinde homenaje a la historia de esta ciudad beduina, la más grande del país, y a su hermano fallecido.
Abulatif es pesimista y no cree que el Estado vaya a mejorar las condiciones de vida de los beduinos a pesar de las promesas recientes.
"Si quieres cambiar la realidad, debes cambiarla tú mismo", asegura.