‘Una caída del 80-90%’: En el centro de París, preocupa el impacto de los JJOO sobre los comercios
Comerciantes parisinos solicitan indemnización por pérdidas durante los preparativos olímpicos.
Los preparativos de cara a los Juegos Olímpicos alteraron el centro de París, que se ha visto vallado e inundado de controles. Esta situación tiene un fuerte impacto en la actividad de los comercios, principalmente, en aquellos situados dentro del perímetro de seguridad al borde del río Sena. Los turistas escasean en la zona, mientras los vendedores cierran sus negocios o hacen malabares para salir adelante.
En París, el perímetro de seguridad de los Juegos Olímpicos restringe el acceso a las orillas del Sena y sus islas, presentando un paisaje excepcional en una zona que suele estar abarrotada de turistas. Las calles están semi desiertas, pobladas de vallas y policías. Apenas hay movimiento, a tal punto que se escucha el ruido del agua.
“Estamos bloqueados”
Para entrar en el centro de la capital es necesario un código QR, algo no previsto por la mayoría de visitantes. Esto impactó de lleno en los comercios que casi no tienen clientes.
Una situación que también sorprende a los turistas, como Chloe Gibson, una escocesa que visita por segunda vez la ciudad acompañada de amigas. “Definitivamente parece mucho más tranquilo. Estamos un poco sorprendidas por la falta de ambiente, especialmente antes de los Juegos Olímpicos. Y sí, con el pase de los Juegos y todas esas cosas, es mucho más estresante moverse por la ciudad”, cuenta.
Una vendedora de helados nos explica que fueron informados sobre los QR de acceso, pero no sabían que la zona iba a ser cercada a este punto. “La gente tiene miedo de pasar por los controles policiales, entonces ya no pasean por nuestra calle, que es súper turística”, lamenta.
“No vale la pena”
Esto alteró los horarios de apertura de los comercios y la mayoría optó por el cierre. Tal es el caso de los bouquinistes, los míticos libreros de orillas del Sena. Christian Nabel, bouquiniste desde hace 40 años, comenta que “los días buenos, hay uno o dos clientes, así que mis colegas no abren porque realmente no vale la pena”.
Algo similar pasa con los restaurantes, como nos cuenta Romain, del Louis Philippe: “En temporada alta, trabajamos mucho con el buen tiempo, pero ahora tenemos una caída del 80-90% en la facturación diaria”.
Por eso, decidieron solicitar una indemnización al Estado, pero aún no saben si van a recibirla.