Le Pen triunfó en una antigua ciudad minera, ahora su mensaje conquista a la sociedad francesa
Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, hay una mayoría en el Parlamento al alcance para un partido como al que pertenece Le Pen
En el antiguo pueblo minero en el centro de la estrategia política de Marine Le Pen, líder de extrema derecha francesa, el éxito electoral de su partido el domingo no fue una sorpresa para los cientos de simpatizantes que se reunieron para ver su discurso de victoria.
Las mismas promesas de recuperar buenos empleos y derrocar a la élite política que resonaron aquí desde hace mucho tiempo encontraron una audiencia nacional.
Le Pen se implantó en la ciudad norteña de Henin-Beaumont a principios de la década del 2000, con la esperanza de ganarse a los votantes desencantados que se sentían abandonados por la nueva economía y que estaban cada vez más cansados de décadas del gobierno local socialista.
Fue el comienzo de un esfuerzo de 10 años para desintoxicar al partido político Agrupación Nacional antiinmigrnte y ganarse a los votantes de toda la sociedad francesa.
Varias oleadas de cierres industriales han dejado niveles de desempleo por encima del promedio nacional, y el 60% de la población gana tan poco que no requiere pagar impuestos, según datos del INSEE, el instituto nacional de estadística y de estudios económicos de Francia.
La construcción de un gigantesco centro comercial en las afueras de Henin-Beaumont vació la ciudad, y decenas de tiendas, salones de belleza y restaurantes permanecen desiertos.
En 2013, el alcalde socialista de la ciudad, Gérard Dalongeville, fue condenado a cuatro años de prisión y una multa de 50,000 euros (53,000 dólares) por malversación de fondos públicos.
“Hubo un cóctel ganador”, que incluyó la corrupción del alcalde y el cierre de plantas industriales, dijo Edouard Mills-Affif, un cineasta que ha realizado dos documentales sobre Henin-Beaumont y el ascenso de su alcalde de extrema derecha, Steeve Briois.
Le Pen ganó fácilmente su propia carrera por un escaño parlamentario en la primera vuelta del domingo, al obtener más del 64% de los votos en la ciudad, y como recibió más del 50% de los votos, no tendrá que competir en una segunda vuelta programada para el 7 de julio.
En general, los resultados oficiales mostraron que Agrupación Nacional y sus aliados ganaron un tercio de los votos a nivel nacional, por delante de la coalición izquierdista Nuevo Frente Popular y el partido centrista al que pertenece el presidente Emmanuel Macron.
Los resultados del domingo brindan un panorama general del desempeño de cada facción, pero no indican cuántos escaños obtendrá cada uno al final.
No obstante, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, hay una mayoría en el Parlamento al alcance para un partido como al que pertenece Le Pen.
Aunque Francia tiene uno de los niveles de vida más altos del mundo, un desempleo menor que el que ha tenido en décadas y una tasa de criminalidad relativamente baja en comparación con sus pares, el descontento se ha incrementado poco a poco en algunos lugares en la era postindustrial.
Pero para muchos votantes de Agrupación Nacional, la victoria del domingo es una venganza merecida desde hace tiempo contra una clase política que consideran fuera de contacto con la gente común y sus preocupaciones, como el crimen, el poder adquisitivo y la migración.
“Los franceses casi han eliminado al bloque ‘macronista’”, dijo Le Pen, victoriosa, a sus partidarios en Henin-Beaumont. Los resultados, agregó, mostraron la “disposición de los votantes a pasar la página después de siete años de (un) poder desdeñoso y corrosivo”.
Henin-Beaumont es donde Le Pen comenzó sus esfuerzos para transformar al partido de su padre de paria político en una alternativa amigable para los votantes —una estrategia que luego buscó replicar a nivel nacional cuando tomó las riendas del partido en 2012.
Su padre, Jean-Marie Le Pen, dirigía un partido político marginal, que con demasiada frecuencia se basaba en el antisemitismo y el racismo para provocar y llamar la atención, según Cécile Alduy, profesora de la Universidad de Stanford.
“Desde que (Marine) ha estado al frente del partido, ha tratado de suavizar la retórica, adoptar una especie de retórica democrática”, explicó Alduy. “Desde 2012, ha experimentado un crecimiento continuo, tanto en las urnas como en las encuestas”.
El padre de Le Pen, quien ahora tiene 96 años, era “un poco demasiado extremo” para Magali Quere, nacida y criada en la ciudad.
“Pero la Agrupación Nacional no me asusta”, comentó Quere, de 54 años, que dirige una tienda de muebles de segunda mano. “Me asustó hace 30 años, pero ya no”.
Y no se trata sólo de los votantes, mencionó Alduy. “Otros partidos de derecha han comenzado a copiar su vocabulario o argumentos o temas, principalmente en torno a la inmigración y la inseguridad”, explicó, incluidos Macron y el expresidente francés Nicolas Sarkozy.
“Eso normaliza aún más lo que ellos (la Agrupación Nacional) ofrecen”, agregó.