Nuevas protestas en Mallorca contra el "sobreturismo"
Activistas exigen diversificación económica y protección ambiental
En España, crece el hartazgo de la población frente a los impactos del turismo de masas. En plena temporada de vacaciones los detractores del 'sobreturismo' volvieron a manifestarse en las islas Baleares, una de las regiones más turísticas del país, donde este sector económico causa problemas socio económicos y ecológicos.
El 11 de agosto y por tercera vez en lo que va del año, miembros del colectivo 'Menos turismo, más vida', volvieron a protestar contra las consecuencias del turismo de masas en Mallorca. La isla es parte del archipiélago de Baleares donde el número de viajeros extranjeros no ha parado de crecer año tras año hasta alcanzar los 14 millones el año pasado. Esta vez, los manifestación se juntaron en dos playas abarrotadas por turistas, para llevar a cabo una acción simbólica de recuperación del espacio. La masificación del turismo no solo ha disparado los precios de la vivienda, explica Jaume Pujol, portavoz del colectivo 'Menos turismo, más vida', en Mallorca, España, sino que también afecta a otros sectores.
“Hay un malestar diario de vivir con mucha gente alrededor, sobre todo en el centro de Palma de Mallorca, en las playas. También en el sector médico, hace poco salió la noticia que los turistas morosos deben 5.9 millones de euros al sistema de salud de las islas Baleares”, se indigna Pujol, entrevistado por RFI en vísperas de la manifestación del 11 de agosto.
La plataforma de organizaciones locales contra el sobreturismo o la “turistificación”, denuncian también los impactos ecológicos. “El turismo implica una destrucción del territorio, se necesitan más casas, más hoteles. Los vemos en la ampliación del aeropuerto que se hizo de manera encubierta para evitar la crítica social. Y lo vemos en una ley que ha sacado el gobierno de Baleares de amnistía urbanística que permite legalizar chalets y grandes casas que hasta el momento eran ilegales”, denuncia Jaume Pujol.
Sobreconsumo de agua
El impacto del turismo sobre el consumo de agua es otra preocupación recurrente. Baleares ya recurre a planta desalinización de agua de mar para suministrar agua potable en las islas.
Consciente de que el turismo representa el 45% del PIB de Baleares, los activistas piden una diversificación económica. “¿Como llegamos a esto? Decreciendo el número de personas que recibimos y abriéndonos a otros sectores, como el sector agrario, cultural, el sector de curas y servicios”, estima Jaume Pujol.
La apuesta al turismo para reactivar la economía después de las crisis del 2008, y el auge de aplicaciones como Uber, Cabify y Airbnb, han llevado a la turistificación de la vida cotidiana, constata Claudio Milano, profesor de antropología social de la Universidad de Barcelona.
Ante la masificación del turismo, “confluyeron movimientos sociales de diferentes ámbitos: ecologista, laboral y social con la presión inmobiliaria”, observa Milano, autor de dos libros sobre el tema: 'Ciudades de vacaciones, conflictos urbanos en espacios turísticos' y de 'Overturism, excess and discontent'.
Milano recuerda las diferentes etapas de estas movilizaciones que iniciaron en Barcelona en 2015 y retomaron en Canarias en 2024 hasta expandirse a otras ciudades como Málaga o las islas Baleares.
Emprender el movimiento del decrecimiento
¿Podrán crecer eternamente los flujos turísticos? Para Claudio Milano, las ciudades saturadas por el turismo deben emprender el camino del decrecimiento o al menos evitar la expansión de estructuras de movilidad.
El fenómeno del sobreturismo azota otras ciudades del mundo. Para limitar la saturación turística, París prohibirá el acceso a algunas zonas de la ciudad a los autobuses turísticos, Venecia instauró una tasa de entrada de 5 euros, Mucho Picchu limitó el aforo de visitantes al sitio arqueológico y Ámsterdam congeló su capacidad hotelera. Medidas que Claudio Milano califica de “tecnocráticas y cortoplacistas que han incentivado el crecimiento turístico en otros espacios y en otros momentos del año”.
Según el académico, disminuir el número de llegadas por crucero, para la expansión de puertos y aeropuertos serían soluciones más acertadas para limitar el turismo.
España no es el único país que enfrenta los impactos del sobreturismo. El fenómeno se vive de igual manera en Portugal, Italia, Francia, Holanda. La expansión turística sin freno también afecta la península de Yucatán en México donde el 29 de julio, los ecologistas lograron para un megaproyecto hotelero en Santa Elena, cerca de la zona arqueológica de Uxmal
Uno de los hijos de Miguel Quintana Pali, director del grupo hotelero mexicano Xcaret planeaba deforestar 150 hectáreas de selva maya para construir 9 hoteles de 18 niveles y excavar el suelo para edificar un paisaje artificial de cascadas, según la información recogida en la evaluación de impacto ambiental.
Aunque este proyecto faraónico finalmente fue abandonado ante la presión mediática de las ONG ecologistas, Carlos Samayoa, portavoz de Greenpeace México, alerta sobre el deterioro del bosque tropical en la Península de Yucatán debido a los proyectos turísticos, agroindustriales y de transporte, como el Tren Maya.
“Es una de las zonas del país con mayor deforestación en un periodo de más de 15 años. Del lado de la Riviera Maya el turismo se ha masificado en los últimos 30 años. Y esta voracidad, este ímpetu de inversión está colocando en un riesgo latente a los territorios de la Riviera Maya, como también Campeche y Yucatán”, dijo a RFI Carlos Samayoa.
Frente a lo que las comunidades consideran como un “turismo depredador que ha contaminado el agua”, Samayoa aboga por un dar un paso atrás en la industria turística hacia un modelo con una oferta “más humanitaria, más integrada con las comunidades y que tenga una verdadera redistribución de los beneficios”.