Soluciones monetarias
Cuando se pierde la confianza en la moneda nacional, generalmente se reemplaza por una divisa como el dólar o el euro
Cuando se pierde la confianza en la moneda nacional, la economía de un país sufre un golpe devastador. Si se anticipa que el valor de la moneda declinará sustancialmente, quien la reciba procurará deshacerse de ella rápidamente, no estará dispuesto a fijar un precio para cobrar más adelante, y eventualmente podría dejar de aceptarla.
El problema radica entonces en encontrar qué utilizar en lugar de la moneda. La solución más obvia es reemplazarla con otra moneda más estable, usualmente una divisa como el dólar o el euro. Pero en algunas circunstancias esa vía es obstaculizada por la dificultad de acceso a esas divisas, por lo regular debido a restricciones establecidas por las autoridades. En esos casos, será necesario recurrir al empleo de objetos que aunque normalmente no son utilizados como monedas, reúnen condiciones que les permiten ser aceptados con ese fin, entre ellos que su valor sea considerado como estable, al menos para un período razonable de tiempo, y que la transmisión de su propiedad sea factible.
Un ejemplo de ello tuvo lugar en Argentina a principios del presente siglo, cuando el valor de la moneda nacional se desplomó y los depositantes bancarios perdieron la mayor parte de su poder adquisitivo. El dólar se convirtió en la moneda preferida, pero su acceso estaba concentrado en los exportadores. Surgió entonces lo que los argentinos llamaron “trueque”, vía el uso de productos agrícolas de exportación como el trigo, la soya, el maíz y el sorgo. Ya que las ventas de vehículos habían descendido drásticamente, los concesionarios empezaron a aceptar que les pagaran con algunos de esos productos. Fueron seguidos por los distribuidores de maquinarias e insumos agrícolas, luego por otros suplidores, y más adelante pasaron a ser medios de pago para transacciones en sectores no directamente vinculados con la agricultura. La gran mayoría de quienes los aceptaban como pago nunca recibían esos productos, los cuales terminaban siendo vendidos a los exportadores.