Dinero sin provecho
Hanssen, fallecido en prisión el mes pasado, ha sido descrito como el espía que más daño ha causado a la seguridad de los EE.UU.
De no haber sido por la traición de un espía ruso, y por una expresión citada casualmente, otro traidor, el estadounidense Robert Hanssen, no hubiera sido capturado.
Hanssen, fallecido en prisión el mes pasado, ha sido descrito como el espía que más daño ha causado a la seguridad de los EE.UU. Habiendo ocupado altas posiciones dentro del FBI, espió para los rusos desde 1979 hasta el año 2001, siendo tan cauteloso que estos últimos nunca supieron su nombre verdadero, conociéndolo únicamente como Ramón García. Ayudó a su secreto que durante un tiempo otro agente, Aldrich Ames de la CIA, también espiaba para los rusos, lo que confundió a los investigadores. Pero luego del arresto de Ames en 1994, quedó en evidencia que él no pudo ser quien revelara algunas de las informaciones más perjudiciales. La búsqueda del espía prosiguió, pero continuó centrada sobre la CIA.
El dinero, no obstante, abre puertas. El FBI pagó siete millones de dólares, más relocalización en los EE.UU. para él y su familia, a un agente ruso, Alexander Scherbakov, por la entrega del expediente del espía estadounidense. Al principio no fue suficiente para identificarlo, pero en una conversación grabada por los rusos, el espía hizo uso de una expresión del general George Patton, héroe militar en la Segunda Guerra Mundial, que había empleado en otras ocasiones, siendo reconocida por los analistas del FBI. Fue entonces cuando compararon fechas de viajes y contactos, y lo apresaron cuando hacía la siguiente entrega de documentos clasificados.
En conjunto, los rusos pagaron a Hanssen alrededor de 1.4 millones de dólares en efectivo y diamantes, una quinta parte de la suma pagada por los EE.UU. al agente de la KGB. Y como Hanssen vivía frugalmente en una casa modesta, iba a la iglesia todas las semanas con su esposa y seis hijos, conducía un vehículo de diez años y no incurría en gastos superfluos, el dinero que recibió, a diferencia del agente ruso, no llegó a cambiar su estilo de vida.