Estancados y sin rumbo en el medio del Caribe
¿Cuándo clasificará República Dominicana a un mundial de fútbol?
Hay una pregunta recurrente que se le hace al seguidor del fútbol: ¿Cuándo vamos a clasificar a un mundial? Las veces que me toca a mí responder, parto de que, en quien me la formula, habita un deseo genuino de que ese momento se concrete para salir a celebrar a la calle y por eso evito que mi parecer, de entrada, aniquile su curiosidad y termine desinteresándose, pues, el fanático dominicano, no importa en el deporte que sea, le gusta ganar. Si no gana no acompaña, aparece en masa en las buenas; en las otras, suele dejar los estadios vacíos.
Y sobre esa respuesta, arranco por el hecho evidente que termina siendo el leitmotiv de la inquietud: el fútbol en nuestro país está creciendo, se está jugando más que nunca, cada año son más quienes se nos suman al grupo de “los tres gatos” que llevamos esa pasión desde la cuna, rodando por nuestras venas.
Para aspirar a transitar de ese punto A, en el que estamos, hasta ese punto B, hay una distancia muy grande, caminos por descubrir, ir construyendo imágenes que toman un tiempo de maduración. Permítanme citarles dos ejemplos: clasificarnos a una Copa Oro, o ver de manera reiterada un estadio con más de veinte mil personas apoyando a nuestra selección, pasos agigantados que a lo largo de nuestra historia no hemos alcanzado. Lamentablemente hoy, amigo, estamos muy lejos de todo eso.
La reciente derrota ante Montserrat no solo avala lo anterior, deja expuestos a dirigentes, jugadores y cuerpo técnico. Algo definitivamente no nos está funcionado. El año se cierra encontrándonos estancados, carentes de rumbo dentro y fuera de la cancha, sin la posibilidad de ascender de categoría en CONCACAF, uno de los principales objetivos a corto plazo del proceso del actual seleccionador.
Con las eliminatorias para la fase final de la Copa del Mundo de 2026 casi al doblar de la esquina, este presente nos encuentra navegando mareados, sin rumbo de isla en isla, luchando para no naufragar, sin tener claro el puerto de destino. Cosechando resultados que ponen en evidencia todas nuestras carencias. Así, cuesta mucho ser optimistas, incluso para por lo menos tener la esperanza de jugarle de igual a igual a quienes sí irán con aspiraciones realistas de pelear la clasificación.